Luis Miguel Aragón
*Crónica de un dolor colectivo
Son las cinco treinta de la tarde, hace calor húmedo, muy húmedo. Es la plaza de la Reforma, a las afueras del Palacio de Gobierno, a donde llegaron decenas de mujeres vestidas de blanco y morado. Algunas con el uniforme del IMSS. En su mayoría adultas, pero también hacen presencia niñas.
Por el estacionamiento del edificio de Finanzas, llegan cinco mujeres vestidas de negro, cuatro de ellas con el rostro cubierto, solo asoman los ojos. Traen consigo tambores que al golpear el cuero emiten un sonido de guerra. Un ritmo que acompañará las consignas de protesta. La única mujer que no cubre su rostro sostiene en la mano un megáfono.
Los golpes de las baquetas en los cueros marcan el inicio de la protesta, muy pronto se deja al descubierto el motivo que las llevó a juntarse en ese lugar, el feminicidio de la doctora Alí Jasel Suárez Reyes.
La mujer del megáfono da un informe de la violencia que sufren las mujeres en Baja California Sur, ventila los nombres de cada una de las féminas que han sido asesinadas.
El sonido de los tambores acompañados por las consignas de justicia chocan entre la humanidad de los presentes. Se levantan cartulinas fosforesentes con letras negras: somos la voz de las que nos arrebataron, agradece que pedimos justicia y no venganza, #Justicia para Ali Jasel, Alí hermana aquí está tu manada.
Termina de hablar la mujer del megáfono y se hace un pequeño silencio, los corazones palpitan, la sangre fluye, una joven con bata blanca pide el megáfono para compartir que estuvo trabajando con la doctora Alí durante la pandemia, destaca que cuando alguien abandonaba el hospital por haber librado el covid, Alí lloraba, y cuando sucedía lo contrario y fallecían, Alí lloraba. La que habla dice que Alí era una bella, pues así se expresaba de las demás. Sube el tono de voz, se le acumula la saliva por el coraje y le brotan las lágrimas a borbotones, la impotencia, la rabia y la tristeza le hacen gritar: una persona que salvo vidas y con un chingo de cosas por hacer no merecía terminar así. No es posible que les valga madre. Recuerda que la próxima puedes ser tú, señala con el indice hacía el frente. Necesitamos en la carcel a esos asesinos que han matado mujeres. No pienses que somos radicales, únete a la lucha.
El sonido de los tambores suenan más fuerte. Gritos desgarradores claman justicia. Inician los cánticos de reclamo: Ni una más ni una más ni una asesinada más. A unos metros de las manifestantes se encuentra la hija de un alto funcionario estatal, como queriendo hacer suyos esos reclamos. No se atreve. No se acerca.
Justicia para Alí, Justicia para Ana Luisa, Justicia para Dani, Justicia para Maricarmen, Justicia para Nayeli, Justicia para Rocío, Justicia para Valeria, Justicia para Leticia, Justicia para Gabriela. Justicia para todas las mujeres asesinadas en Baja California Sur. Son las consignas de un dolor colectivo que salen desde el megáfono negro y se esparcen por toda la Plaza de la Reforma hasta impactar en el Palacio de Cantera… sin acuse de recibo.
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